Como compitiendo con el sol, se levanta, mucho antes que él.
Su primer respiro indica el comienzo de un nuevo día.
Una cruz dibuja en su pecho, es su escudo, su protección.
El trabajo empieza, nunca termina.
Lava su cara. Una cara cansada.
Sus rodillas sobre el césped, su espalda inclinada.
Toma la tierra húmeda entre sus manos, solo la observa caer entre sus dedos,
La suelta lentamente, poco a poco cae.
Mira fijamente los caminos marcados por la tierra sobrante en sus manos,
las uñas sucias.
Sus manos, reflejan su edad.
Cuentan su historia.
Años de aprendizajes, de errores.
Arrugas de experiencia.
Manos que alguna vez fueron belleza, poesía, coquetería.
Fueron deseo. Un anillo. Ahora tienen dueño.
Las frota una contra la otra, extraña aquellos tiempos de suavidad.
Fueron caricias, calor, consuelo, refugio.
Misteriosas gotas caen en ella, gotas de ojos.
Agua mezclada con tierra.
Cómo fue?
Qué paso?
Lleva años levantándose antes que el sol,
Aquella cruz en su pecho, nunca la olvido.
Siempre fue su escudo, su protección.
Esa cara, aunque ahora cansada, lleva las marcas que dejaron dias de sol,
Marcas que quedaron de tanto sonreir.
Un cuerpo adolorido, que se queja de satisfacción.
Cierra los ojos. Abre los ojos.
Mirada al frente. Mirada alrededor.
Esas manchas, esas cicatrices, esas arrugas.
Cuentan historias.
Son manos que hablan.
Cuentan como una mujer, se levanta todos los dias antes que el sol,
Respira profundo, una cruz dibuja en su pecho y lava su cara.
Una mujer que empezó a trabajar el trabajo que nunca termina.
Y aunque cansada, todos los dias se levanta mucho antes que el sol.
Y cuentan como dia a dia, sumerge sus manos en la tierra húmeda.
Y cuentan como semilla a semilla.
Cierra los ojos. Abre los ojos.
Mirada al frente. Mirada alrededor.
Ahora comprende.
Ha sido ella quien se ha levantado todos los días mucho antes que el sol.
Cierra los ojos. Abre los ojos.
Mirada al frente. Mirada alrededor.
exclama:
- que bonito mi jardín-
(Las manos de mi madre)
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